Palos del flamenco: Liviana

Se dice que las cosas bien hechas se hacen despacito y con amor. El flamenco es como un buen guiso, donde todos sus ingredientes se preparan con la más precisa delicadeza, para conformar un resultado que alimenta todos tus sentidos. Pero todo guiso necesita su base, y el palo de la liviana es para el flamenco el ingrediente guía que da paso a los diferentes estilos.

Hoy, desde el Teatro Flamenco Madrid, te contamos un poquito de la historia de este palo tan característico.

Los inicios de la liviana

Etimológicamente, algo liviano es algo superficial y ligero. La liviana se caracteriza por ser un palo del flamenco con una menor fuerza dramática en cuanto a interpretación; por ello, no es de extrañar su denominación. Pero eso no es todo. Liviano también hace referencia al caballo que lidera una recua y que hace paso en el cambio al resto del rebaño. Con todo esto, la liviana se convirtió en un cante de entonación y de preparación para los estilos que se ejecutaban posteriormente. 

Respecto a su origen y antecedentes, es difícil encontrar una única respuesta. Hay teorías que apuntan que la liviana es un punto intermedio entre la seguiriya y la serrana. Es innegable la estrecha relación de la liviana y la seguiriya, como demuestra su compás, aunque sean cantes muy diferentes. Por su parte, la liviana está emparentada con la serrana por sus melodías y letras tan similares. Podríamos decir entonces, que la liviana proviene de las seguiriyas, y es el antecedente de las serranas. 

Sin embargo, la teoría más presente en nuestros días es que la liviana procede del palo flamenco la toná. No es raro de pensar, pues en sus orígenes se trataba de un cante que no era acompañado por ningún tipo de instrumento, sino que se cantaba a palo seco, tal y como se exigía en el Concurso de Cante Jondo celebrado en Granada en 1922. De hecho, muchos autores señalan que las seguiriyas son posteriores a las livianas, descartando por completo la primera teoría. Pese a ello, no ha sobrevivido ningún ejemplo de liviana interpretada sin guitarra. 

La liviana es una cante con copla de cuatro versos. El primero y tercero son heptasílabos, mientras que el segundo y cuarto pentasílabos, cayendo la rima en los pares. Algo característico de la liviana es que se baila con los mismos pasos que la serrana, aunque el baile no suele comenzar hasta que el cantaor no la interprete. Su línea melódica es compartida por los cantes campesinos del Valle del Guadalquivir. Con letras que narran historias del campo y los caminos, al igual que las serranas. Aquí te dejamos un cachito de una de las más famosas: 

“A la orilla de un río

yo me voy solo,

y aumento la corriente

con lo que lloro.

¿Dónde van esos machos

con las campanillas?

Son de Pedro la Cambra

van pa Sevilla”

Grandes figuras de las livianas

Juanelo de Jerez es el único cantaor que figura en la historia del flamenco como intérprete de las livianas, allá por el siglo XIX. A él se le atribuye la recopilación de los primeros cantes flamencos. Tardó mucho tiempo en volverse a utilizar este palo, hasta la llegada del cantaor payo Pepe de la Matrona. Conocido en sus inicios como “Niño de la Matrona”, es considerado uno de los más grandes maestros del cante flamenco y quien rescató del olvido a la liviana. Ha sido galardonado en infinidad de ocasiones, querido y admirado por el público gracias a su arte y grandeza en el cante. 

Después, Antonio Mairena renovó y actualizó la liviana a los nuevos tiempos, llevándola a la altura de cante independiente. Su gran labor, llevó al cantaor a ganar el galardón más importante para un artista flamenco, la Llave de Oro del Cante en 1962. Antonio Mairena es una de las personalidades más relevantes de la historia del flamenco, y tal vez la más importante de la segunda mitad del siglo XX. Destacó no sólo como uno de los más grandes y completos cantaores, sino también como investigador y divulgador de este arte. 

En general, la liviana ha sido un palo muy poco interpretado. De hecho, es raro escucharlo en las nuevas figuras del flamenco. Pese a ello, en el pasado ha sido muy utilizado al inicio de las representaciones como introducción, para después cantar por otros estilos de mayor dificultad. Ahora que conoces más sobre la historia del flamenco, ¡es hora de vivirlo! Si estás en Madrid, tienes una cita con Teatro Flamenco Madrid para disfrutar de espectáculos flamencos que harán aflorar todos tus sentidos. Puedes consultar nuestros espectáculos y las próximas fechas en el siguiente enlace.