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El origen centenario del traje de flamenca
Conoce más sobre el flamenco, arte andaluz que surgió de una mezcla de culturas en el siglo XVIII
No hay otro traje regional en el mundo que pueda igualar el carácter icónico y universal del vestido de flamenca. Máximo representante de la cultura flamenca, el traje de gitana ha conquistado un lugar propio dentro de la industria de la moda y está en constante renovación. Eso sí, sin perder de vista sus raíces ni el sentimiento de pertenencia que genera llevarlo puesto.
En este sentido, no se puede concebir una feria o una romería de casi cualquier localidad de Andalucía sin ver ni admirar su presencia, sin fijarse detenidamente en sus volantes y en sus distintos modelos, colores y cortes. Sin hablar de la importancia artística y estética que tiene para la puesta en escena de cualquier espectáculo de flamenco o copla que se precie.
En el caso del baile, sin embargo, los vestidos sí presentan diferencias específicas con el traje habitual. Para favorecer la movilidad de la bailaora, los tejidos suelen ser más ligeros, los volantes de las mangas tienden a ser más discretos para no impedir la visibilidad y los talles no son demasiado bajos, lo que permite asomar los zapatos, un aspecto clave para poder taconear.
La bata de faena, su popular antecesor
El origen del traje de flamenca es humilde y tiene a su antecesor en la bata de faena con el que las campesinas y las mujeres gitanas acompañaban a sus maridos a las ferias de ganado. Un vestido con el que trabajan a diario, compuesto de bordados, volantes y colores llamativos y que comenzó a llamar paulatinamente la atención de las clases altas por su belleza y vistosidad.
Hubo, además, otros dos aspectos que también jugaron un papel importante en su expansión a todas las clases sociales. En primer lugar, la influencia del romanticismo en España a finales del siglo XIX, con autores que escribían sobre el costumbrismo andaluz como una tierra que, a pesar de sus dificultades económicas, se engalanaba y se vestía de volantes y colores. Y, en segundo lugar, la progresiva profesionalización de los artistas flamencos durante esta misma época.
La Expo de 1929, el evento que asentó su uso
El traje de flamenca ya había consolidado su forma con el inicio del siglo XX como vestido de una sola pieza, ceñido al talle y adornado con volantes y complementos como la flor a modo de tocado, el mantón y el mantoncillo. Sin embargo, no se consolidó como traje típico andaluz hasta la Exposición Iberoamericana en 1929. Un evento que transformó la ciudad a muchos niveles, del mismo modo que lo haría la Exposición Universal en 1992.
El vestido de gitana se erigió también desde ese año como el traje con el que acudir a la Feria, la cual empezó a entenderse como un espacio de encuentro, dejando poco a poco de lado su objetivo comercial. Un cambio de paradigma que disparó su repercusión y que convirtió al vestido de gitana en un icono de la cultura no solo andaluza, sino española en su conjunto.
Una industria en permanente evolución
El traje de flamenca ha ido modificándose al calor de las modas y las épocas y, al mismo tiempo, sigue siendo un vestido totalmente atemporal. Ahí reside precisamente su carácter tan especial. Por ejemplo, durante los sesenta, a raíz de la minifalda, los vestidos se acortaron. Durante los ochenta, hubo un regreso al estilo de los cuarenta y regresaron los encajes y el raso.
Ya en los noventa, la tendencia caminó hacia un traje más desprovisto de adornos y más ligero, bajando la altura del talle y los volantes para darle una apariencia que definiese más la figura de la mujer. Mientras que en los últimos años, los vestidos sin volantes o con transparencias ya no son una novedad. Eso sí, lo que nunca ha perdido es su condición de personalizable ni tampoco su capacidad, junto a los complementos, de reflejar los gustos de cada mujer que lo lleve puesto.
La moda flamenca supone hoy un importante negocio dentro del sector textil. Una industria que en la actualidad vende sus trajes en Japón, EEUU o China, da trabajo a unas 700 empresas y genera 100 millones anuales solo en exportaciones. Por otra parte, es la única indumentaria folclórica que cuenta en España con un certamen propio como es el Salón Internacional de la Moda Flamenca (SIMOF), que se celebra en Sevilla desde 1995 y por el que pasan hasta 70.000 personas en cada edición con el fin de disfrutar de las tendencias y los nuevos diseños.
La moda flamenca pertenece a su tierra, pero también traspasa fronteras y ha inspirado a firmas y a diseñadores tan reconocidos como John Galliano (Dior), Yves Saint Laurent, Givenchy, Tom Ford o Valentino. Una prueba más de su universalidad, de la importancia social que tiene en Andalucía y de su constante evolución. Más de dos siglos después de su origen, el traje de flamenca es una moda que sigue totalmente viva en la calle, en la gente y en las pasarelas.
Si te ha gustado este pequeño recorrido por la historia del traje de flamenca, te invitamos a visitar nuestro Teatro Flamenco Madrid, donde podrás disfrutar de la mano de nuestras artistas la elegancia de lucir un traje de flamenca durante el espectáculo.